Siempre que estás fuera de casa, lejos de tu hogar, tiendes a ir buscándote algo con lo que te sientas a gusto, en paz, y donde estés cómodo para pasar algunos buenos momentos.
Recién llegado a Puertollano, en una noche donde mi novia tenia que trabajar, y cansado ya tras haber visto dos capítulos de Star Trek seguidos, me enfundé en mis vaqueros y una camiseta mona, y me largué a dar una vuelta por el aun semi desconocido pueblo.
El calor del Puertollano de Julio de 2005 era un poco sofocante aun cerca de las once de la noche. Yo usualmente no suelo tener nunca frío, pero calor, desgraciadamente, tengo a todas horas. Bajaba por la calle Real, donde teníamos el piso alquilado, siguiendo la ruta para llegar al paseo San Gregorio que conocía, posiblemente no la más corta, pero la única para no perderme, y giré a la derecha por la calle de la policía, las cruces.
Esa calle desembocaba en una plaza donde convivían pacíficamente varios bares. Me tomé una cerveza rápida en uno llamado “La Mina” que ponía buenos aperitivos, pero como había cenado ya, sólo me tomé la cerveza con un poco de picoteo, y salí buscando otro tipo de ambiente.
Continué recto por la calle Amargura, hasta que llegue a la esquina con la calle Santa Ana. Allí estuve un rato mirando es escaparate de una tienda de informática un tiempo y bajé por esa calle. Al llegar a la mitad de la calle, vi un cartel que ponía “Pub Dublín”. Como estaba barajando la posibilidad de irme a trabajar al Reino Unido, la idea de tomarme algo allí me sedujo.
Al empujar las puertas batientes del local, el ambiente entra por los cinco sentidos. Comenzando por que es uno de los locales más limpios que se pueden llegar a pisar, te extraña el olor que desprende, como si tuviera siempre un ambientador encima de ti, a pesar de la nube de humo que caracteriza a todos los pubs, debido a que se puede fumar en ellos. El local no estaba completamente lleno, pero había la gente suficiente para no hacerme sospechar nada. Las personas que allí se encontraban eran variadas en edad y forma de vestir, lo cual pintaba bien.
Cogí un taburete y me senté tras pedirme un ron con cola. Cómodamente sentado, degusté la copa de licor refrescante con un extraño aperitivo que ofrecían. Unas bandejas con pequeños pasteles de sabores variados salpicaban la barra tímidamente invitando a quienes degustaran su copa a engullir esa pequeña delicia. Así que goloso como nadie que soy, mientras saboreaba el sabor de mi ron con cola, engullía uno de esos pequeños pastelillos deliciosos. Me sentía a gusto allí.
Recién llegado a Puertollano, en una noche donde mi novia tenia que trabajar, y cansado ya tras haber visto dos capítulos de Star Trek seguidos, me enfundé en mis vaqueros y una camiseta mona, y me largué a dar una vuelta por el aun semi desconocido pueblo.
El calor del Puertollano de Julio de 2005 era un poco sofocante aun cerca de las once de la noche. Yo usualmente no suelo tener nunca frío, pero calor, desgraciadamente, tengo a todas horas. Bajaba por la calle Real, donde teníamos el piso alquilado, siguiendo la ruta para llegar al paseo San Gregorio que conocía, posiblemente no la más corta, pero la única para no perderme, y giré a la derecha por la calle de la policía, las cruces.
Esa calle desembocaba en una plaza donde convivían pacíficamente varios bares. Me tomé una cerveza rápida en uno llamado “La Mina” que ponía buenos aperitivos, pero como había cenado ya, sólo me tomé la cerveza con un poco de picoteo, y salí buscando otro tipo de ambiente.
Continué recto por la calle Amargura, hasta que llegue a la esquina con la calle Santa Ana. Allí estuve un rato mirando es escaparate de una tienda de informática un tiempo y bajé por esa calle. Al llegar a la mitad de la calle, vi un cartel que ponía “Pub Dublín”. Como estaba barajando la posibilidad de irme a trabajar al Reino Unido, la idea de tomarme algo allí me sedujo.
Al empujar las puertas batientes del local, el ambiente entra por los cinco sentidos. Comenzando por que es uno de los locales más limpios que se pueden llegar a pisar, te extraña el olor que desprende, como si tuviera siempre un ambientador encima de ti, a pesar de la nube de humo que caracteriza a todos los pubs, debido a que se puede fumar en ellos. El local no estaba completamente lleno, pero había la gente suficiente para no hacerme sospechar nada. Las personas que allí se encontraban eran variadas en edad y forma de vestir, lo cual pintaba bien.
Cogí un taburete y me senté tras pedirme un ron con cola. Cómodamente sentado, degusté la copa de licor refrescante con un extraño aperitivo que ofrecían. Unas bandejas con pequeños pasteles de sabores variados salpicaban la barra tímidamente invitando a quienes degustaran su copa a engullir esa pequeña delicia. Así que goloso como nadie que soy, mientras saboreaba el sabor de mi ron con cola, engullía uno de esos pequeños pastelillos deliciosos. Me sentía a gusto allí.
Al poco tiempo de estar allí sentado, el camarero comenzó a repartir unos papeles y bolígrafos. Como yo era nuevo por esas latitudes, le pregunté, y me contestó que se trataba de un bingo que hacían todos los viernes. La primera vez que asistes al bingo regalo te impresiona que en un bar de copas hagan esas cosas los viernes por la noche, pero la verdad es que resulta envolvente el ambiente creado.
Poco tiempo después ya conoces a Pepe, el dueño del Pub y camarero del mismo, que cuida con mimo cada detalle de su negocio, dejando a la hora del café unas bandejas de pastas salpicadas por la barra para que aquellos que se tomen un café o un té a esas horas puedan saciar su gula con una de esas pequeñas pastitas. Son detalles que hacen destacar un Pub sobre otros. Detalles que se tienen con los clientes, sin importar si son asiduos o no, pues al principio yo era de los que comenzaban a ir, siendo objeto de distintas atenciones por parte del mencionado D. José que te hace admirar con el esfuerzo y la dedicación que tiene para su negocio.
Pocos Pub de Puertollano te ponen un plato de frutos secos con las copas que te pidas, y mucho menos bandejas de pasteles.
Poco tiempo después también descubrí que el Dublín daba los partidos de fútbol de pago por visión los sábados y los domingos, y los de la liga de campeones. Huelga decir que yo no soy muy fórofo del fútbol, pero cuando hay un buen partido y no lo puedes ver en casa, o lo vas a ver solo en casa pudiendo verlo en tan buena compañía, pues te pones algo de ropa, y te marchas a tomar algo al Dublín.
Otro aspecto a destacar del Pub Dublín es que el dueño, es decir, Pepe, siempre está dispuesto a ofrecerte la posibilidad de estar más cómodo en su Pub. Que quieres ver el partido del Barcelona, pues te lo pone. Que quieres ver al Madrid, pues también te lo pone. A mi me ha llegado a veces a poner partidos del Recreativo de Huelva , que por estas latitudes no es ni siquiera bien conocido. Sin ir más lejos, en el Dublín hemos llegado a ver en Directo la final de la SuperBowl o el Wrestlemania XXIV , ambos eventos ofrecidos por Digital plus en pago por visión, pero que los hemos podido ver en el Pub.
Desde hace casi 3 años suelo arrastrarme por el Dublín los días en que decido salir, para tomarme normalmente las primeras copas allí, en un cálido ambiente, cómodo, donde uno se siente a gusto con un buen licor entre las manos y algo que llevarse a la boca. Y es que cuando uno se siente como en casa, no necesita ni siquiera tener ganas de salir para tomarse una copa allí.
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